viernes, 26 de abril de 2013

Papa Francisco: el estilo de la predicación cristiana es la humildad

El cristiano anuncia el Evangelio con su testimonio, más que con las palabras.



El Papa ha presidido esta mañana, en la Domus Santa Marta, la Misa en la Fiesta de San Marcos Evangelista: el estilo del anuncio cristiano –ha dicho en la homilía- es humilde pero al mismo tiempo no tiene miedo de hacer cosas grandes.

Presentes algunos miembros de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, acompañados por el secretario general mons. Nikola Eterović y un grupo de agentes de la Gendarmería Vaticana.

El centro de la homilía del Papa ha sido la cita del Evangelio de San Marcos en el que se relata la Ascensión de Jesús. El Señor, antes de subir al Cielo, envía a los Apóstoles a anunciar el Evangelio: “hasta el fin del mundo” –dice- no sólo a Jerusalén o a Galilea:

“No: a todo el mundo. El horizonte… el horizonte grande…. Y como se puede ver, esta es la misionaridad de la Iglesia. La Iglesia va hacia delante con esta predicación a todos, a todo el mundo. Pero no camina sola, va con Jesús. ‘Entonces ellos partieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor actuaba con ellos’. El Señor trabaja con todos los que predican el Evangelio. Esta es la magnanimidad que los cristianos deben tener. Un cristiano pusilánime no lo entiende: es propia de la vocación cristiana esta magnanimidad: siempre más, siempre más, siempre hacia delante”.

La primera Carta de San Pedro –destaca el Papa- define el estilo cristiano de la predicación, el de la humildad: “El estilo de la predicación evangélica tiene esta actitud: la humildad, el servicio, la caridad, el amor fraterno.

‘¡Pero… Señor debemos conquistar el mundo!’. Esta palabra, conquistar, no es la adecuada. Debemos predicar en el mundo. El cristiano no debe ser como los soldados que cuando ganan la batalla acaban con todo”.

El cristiano –prosigue el Papa- anuncia el Evangelio con su testimonio, más que con las palabras”. Y con una doble disposición, como dice Santo Tomás de Aquino: un ánimo grande que no se espanta de las cosas grandes, de ir hacia horizontes infinitos y la humildad de tener en cuenta las cosas pequeñas.

“Esto es divino –observó- es como una tensión entre lo grande y lo pequeño” y la “misionaridad cristiana” camina “por este camino”.

El Evangelio de San Marcos –concluye el Papa- termina con una “frase bellísima” cuando dice que Jesús actuaba con los discípulos, confirmando “la Palabra con los signos que la acompañaban”.

“Cuando vamos con esta magnanimidad y con esta humildad, cuando no nos asustamos de las cosas grandes, de este horizonte, y tomamos también las cosas pequeñas –la humildad, la caridad cotidiana- el Señor confirma la Palabra. Y avanzamos. El triunfo de la Iglesia es la Resurrección de Jesús. Pero antes está la Cruz. Pidamos al Señor que nos convirtamos en misioneros de la Iglesia, apóstoles en la Iglesia pero con este espíritu: una gran magnanimidad y una gran humildad. Así sea”.